“Practique la quejorrea y constrúyase un gran estrés posvacacional”

Miguel Lázaro

Presidente del Sindicato Médico de Baleares  

No me puedo resistir, lo confieso, soy un adicto al estrés posvacacional (EPV). Cada año tengo que escribir sobre él, con lo que el riesgo de repetirme es muy alto, ya que no hay nada nuevo sobre ello. Dentro de la quejorrea social posmoderna con incontinencia de esfínteres superiores e inferiores que nos invade, sobresale cada verano, con una cobertura mediática excepcional (y como trend topic en los media) el depredador EPV. Los medios realizan numerosas entrevistas a diversos especialistas sobre cómo prevenirlo y cómo afrontarlo.

Salen psicólogos, psiquiatras, coachs, profesionales en la evidencia y otra fauna de la “tribu psi” a inundarnos de grandilocuentes teorías, consejos y estrategias para poder superarlo. No hay que olvidar que la enfermedad más extendida es el diagnóstico y que en la salud mental existe el sobrediagnóstico compulsivo. En esta inflación diagnostica, menos mal, no está el EPV, por ahora. Con el nuevo manual americano de diagnóstico, el famoso DSM, (a modo de recetario de cocina psiquiátrica) el riesgo de ser multietiquetados psiquiátricamente es muy alto, con lo cual estigmatiza menos a los pacientes. Pero el problema se agrava con la medicalización, psicologización y el sometimiento a multiterapias varias, incluyendo las prescripciones sádicas de la lectura de libros de autoayuda.

Más ayuno ayurvédico y menos mantras autoindulgentes como: “tu puedes” y “la respuesta está en ti”. ¿Que nos está pasando? Las cotas de imbecilidad médica esta in crescendo. He aquí algunas creencias mal adaptativas de los profesionales con alto gradiente imbécil, según un autor argentino: “pensar que las formas de existencia de las personas obedecen a decisiones racionales y voluntarias, creer que acumular información es garantía de “conocimiento” y que la mera suma de datos produce el “significado” y no establecer diferencias entre la epidemiología y la clínica, entre las poblaciones y los individuos”.

En fin, vivimos una época compleja y contradictoria en medicina. Como dice un afamado autor, “muchas investigaciones dan cuenta de una situación paradójica: cada vez somos más eficientes para encontrar cosas más minúsculas, más precoces, menos sintomáticas, pero algunos de estos hallazgos -cuando su evolución es seguida en el tiempo- van desvelando su insoportable levedad. La investigación tiene una extraordinaria virtud: sirve tanto para revelarnos un mundo desconocido como para poner en evidencia cuando ese descubrimiento carece de relevancia clínica al aplicarse al cuidado de la salud”. Ya sabemos aquello del positivo placebo, del negativo nocebo y del perverso tontebo. Pero volvamos al gran depredador: ¡el temible EPV¡.

He leído que solo los japoneses se libran del EPV, porque al parecer allí no tienen vacaciones. Ya saben ustedes que el estrés es muy polimorfo e interactivo, nos pasamos la vida rediseñándolo. Reconozcámoslo: estamos atrapados por el estrés que nos configuramos a destajo: estrés laboral, estrés internetario, estrés guasapiano, estrés pre-vacacional, vacacional y para acabar el EPV.  Eso sin in contar el estrés meteorológico y el estrés cívico por el de-sustanciamiento de algunos seudolíderes. Con razón dice Carlo Cipolla “que la humanidad se halla en una situación deplorable”.

Hay muchas maneras de autoamargarse las vacaciones: una es idealizándolas, otra es generarnos tantas expectativas con respecto a ellas que no es de extrañar que la frustración sea alta. “Son cortas”,” me saben a poco”, “me ha estresado la familia”, “no me he recuperado”, etc. Ingenuamente deseamos que las “anheladas vacaciones” realicen un reset del estrés que acumulamos y que en gran parte nos creamos el resto de los 11 meses restantes.  Otra forma es auto boicoteárselas con la obsesión anticipatoria del temible EPV.

Sin curro no hay EPV. He ahí la inmunización total. Solo están a salvo los más de dos millones de parados. Esta es la gran noticia. ¡Con la listas de espera que tenemos, solo nos faltaba pacientes con EPV!  ¡Cuánta gilipollapatia social! ¡Cuánto mamonier circulando! ¡Cuántos tontos del haba superpueblan el globo terráqueo!

Para padecerlo se exigen varios criterios: no estar criando malvas, tener job, mini job, ser fijo discontinuo e incluso temporal, no haber fenecido en la operación de salida, haber tenido vacaciones, haber superado el estrés vacacional familiar y las salmonelosis estivales, no haber sucumbido en las diferentes operaciones retorno, volver sanos y salvos al hogar y tener amigos para contarlo en el guasap.

Y esto se puede complicar, todavía más, con el estrés de un divorcio post vacacional, (ya saben ustedes que las vacaciones son un alto riesgo para el vínculo conyugal).Los médicos más snobs e intelectualoides se explayan: es la serotonina, son los ritmos circadianos, son las endorfinas, es la música límbica desajustada.

Las buenas vacances se basan en armonizar la música límbica, regulando las cuatro efes: food, fight, fear, y fornication. Estar y sentirse vivo da la oportunidad cotidiana de vivir momentos mágicos.

Apueste por un sobresaliente EPV: siga hiperconectado con las redes sociales durante las vacaciones, no haga esfuerzos en conectar con su familia (ya están acostumbrados), no olvide que el deporte mata, péguese siestas de cuatro horas, regrese el día antes que de empezar el curro y el primer día de trabajo a tope para que haya un chute de adrenalina cerebral, ajuste cuentas con el jefe, despelleje a los compañeros del trabajo y vuelva a discutir de futbol. Eso es una buena manera de combatir el EPV.

Enhorabuena si lo padece: no se le ocurra contratar las vacaciones en una agencia en la que no le garanticen un magnifico EPV. Si no cumplen que le devuelvan el dinero. Ojalá el año que viene haya más ciudadanos que padezcan el EPV.  Rescatemos a un médico clarividente, el oncólogo brasileño Drauzio Varella, premio Nobel: «En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven”.

No lo olvide: cómo construye su EPV dice más de usted que la grafología. Ah y recuerde que aún, aquí y ahora… estamos en derrota transitoria pero nunca en doma.

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