“La violencia sanitaria exige medidas más contundentes”

Miguel Lázaro

Presidente del Sindicato Médico de Baleares

La violencia sanitaria exige  medidas  mucho más contundentes

Ya es hora  de llamarle a las cosas por su nombre, la palabra agresión debe de categorizarse como un  subtipo del fenómeno de la violencia, en este caso de  violencia sanitaria. Viernes. Zaragoza. Un paciente apuñala a su médico de atención primaria. Demoledora noticia. Esto no es un simple empujón esto ya es un grave atentado. La violencia sanitaria es una  epidemia que se agiganta y se dispara a pasos agigantados. No peco de apocalíptico si anticipo que en futuro no muy lejano todos lamentaremos y algunos nos sublevaremos ante la trágica noticia de la muerte de un médico u otro profesional agredido por un paciente. Es la crónica de una muerte anunciada. La violencia sanitaria es noticia y ocupa las portadas de los medios un día sí y otro también. El ámbito sanitario es un escenario de riesgo alto de agresión.

Es triste, descorazonador y muy irresponsable el acostumbramiento ante las recurrentes agresiones, así como la respuesta estereotipada, crónica y clónica de la administración sanitaria. No basta sólo la condena y el apoyo jurídico y psicológico. Es necesario hacer mucho más, ser mucho más proactivos y sobre todo dedicar muchos más recursos a la prevención y a medidas de seguridad activa y penalizaciones disuasorias a los pacientes que agreden a profesionales que se dedican al principal bien colectivo, que es la Salud. No estamos haciendo lo suficiente para prevenir y frenar la tendencia progresiva del fenómeno violento tanto en su vertiente psicológica (muy frecuente y escasamente denunciada) y física. Los profesionales deben de mentalizarse que no denunciar las vejaciones e insultos que constituyen el maltrato indigno es un grave error, pues esto distorsiona la dimensión real del problema. Por eso las cifras no son reales y tienen un gran sesgo. Es un fenómeno iceberg.

Es imprescindible utilizar  los protocolos existentes para notificar  situaciones posibles de riesgo, en el trabajo diario, una vez comprobado que los datos de denuncias de agresiones a profesionales sanitarios se encuentran por  debajo de la realidad.  En este sentido, tenemos  que concienciarnos de que es un problema que hay que cortarlo cuanto antes, aunque sea una simple amenaza verbal, que hay muchas en los centros de salud y, especialmente, en los servicios de admisión. Vayamos a los datos. ¿Cuánto ha sido el presupuesto del Ib Salut, en esta legislatura, para poner en marcha estrategias y campañas a los usuarios, en contra de la violencia sanitaria? ¿Cuántos talleres de formación continuada se han hecho para que los profesionales puedan adquirir técnicas de afrontamiento ante situaciones conflictivas? ¿Cuántas campañas de sensibilización se han realizado?

Hoy es el Día Nacional contra las Agresiones en el Ámbito Sanitario  y la Organización Médica Colegial (OMC) presentará los datos de las agresiones que han sufrido los médicos en el ejercicio de su profesión en 2018, registrados en el Observatorio de Agresiones de la OMC.

Bajo el lema “Contra las agresiones a sanitarios, tolerancia cero. Respetar a los médicos es cuidar de la salud de todos” la OMC ha puesto en marcha una serie de iniciativas con el objetivo de concienciar a los profesionales que trabajan en el entorno de los servicios de salud y sensibilizar a las administraciones públicas y a la sociedad en general ante este grave problema que requiere de la unidad de todos. Además, la puesta en marcha de la Instrucción 3/2017, de la Secretaría de Estado de Seguridad, sobre medidas policiales a adoptar frente a las agresiones a profesionales de la salud, que recogía la creación de la figura del Interlocutor Policial Sanitario, es otro de los hitos de la labor del  Observatorio Nacional de Agresiones de la OMC, que sigue trabajando para que las agresiones a sanitarios sean consideradas como violencia social, contemplando la consideración de delito contra la autoridad tanto si se producen en el ámbito público como en el privado y para que sean penadas con los mismos criterios en todas las comunidades autónomas.

La violencia sanitaria es debida a múltiples factores, pero hay que enfatizar que la administración debe de generar espacios de interacción cálidos y humanizadores en el que se reduzcan los malentendidos, encontronazos y desencuentros. Es la administración  la responsable de la gestión de elementos asistenciales distorsionadores que son la gasolina de la violencia sanitaria: sobrecarga asistencial, escasez de recursos (ayer el Centro de Salud de Alaro, sin médicos), la más alta  ratio de tarjetas sanitarias en AP en el estado, carencia de sustitutos, aumento de listas de espera, priorización de la administración de la  asimetría de derechos de los pacientes sobre sus deberes.

Trabajar en un sistema sanitario deficiente pon en peligro el principio de fidelidad e integridad de los diferentes profesionales, amenazando los intereses y perjudicando a los ciudadanos y usuarios. Por otra parte, los argumentos a favor de la eficacia de un mayor beneficio en la provisión es una falacia y no es ningún remedio. El compromiso bioético que está en la esencia del quehacer medico está en riesgo de quiebra cuando trabajamos en un contexto asistencial donde una y otra vez la relación médico paciente se deteriora.  ¿Cuál es el nivel de la ética organizacional de las administraciones sanitarias? ¿No se comportan muchas veces como el Dios Cronos que devora  sus hijos? ¿Están haciendo todo lo que pueden para prevenir y erradicar la violencia sanitaria que va in crescendo? La violencia es hija de la falta de empatía y no se puede justificar por el sufrimiento y el dolor de los pacientes. La violencia es fruto del primitivismo y fractura la relación médico paciente.

Agredir a un profesional es agredir a todos sus pacientes y dañar a un bien común como es la salud, que es un valor social.  Estamos hartos de la retórica y de la quejorrea de la administración que debe de asumir otras estrategias mucho más fértiles y contundentes.
La presencia de personal de seguridad en los centros de Atención Primaria, como ocurre en los hospitales, es una de las medidas urgentes que reclamamos. De este modo, se puede evitar  o disuadir episodios graves  Esta   claro que mientras un centro de salud esté abierto, tiene que haber un guardia de seguridad. Hay que reflexionar sobre una orden de alejamiento sanitario de ciudadano que se comporta de forma violenta con un profesional.

Por otra parte, la entrada en vigor, el 1 de julio de 2015, de la reforma del Código Penal que contempla las agresiones a sanitarios que trabajan en el sector público como delito de atentado contra la autoridad, ha sido uno de los logros más importante en la lucha contra este problema.

Hoy es importante asistir a las jornadas que se realizan en el COMIB, a las cinco de la tarde, sobre la violencia sanitaria. Nos falta mucha concienciación y sensibilización a los profesionales al respecto.

Recuerden: en derrota transitoria, pero nunca en doma.

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