Las II Jornadas Hispanolusas organizadas por la Federaçao Nacional dos Médicos (FNAM) y la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) en Chaves (Portugal) bajo el lema «El reto de una buena gestión de los recursos humanos» concluían el pasado 3 de noviembre con una ronda de las principales conclusiones expuestas a los largo de los dos días de debate en los que se abordó la realidad laboral de los profesionales en los servicios públicos de ambos países.
En Portugal el número de médicos se ha duplicado en menos de 30 años. El número de facultades y estudiantes de Medicina sigue aumentando (de cuatro facultades se ha pasado a once). Aunque existan más de 60 mil médicos en el país, solo 29 mil trabajan en el Servicio Nacional de Salud (SNS), o sea, menos de la mitad (datos de diciembre de 2019). Más de nueve mil son médicos residentes. Así, hay cada vez más médicos en el país, pero cada vez faltan más en el Servicio Nacional de Salud (SNS). Esto se debe a 12 años de salarios congelados en que la remuneración real de los médicos en Portugal era la que más bajó en la OCDE, estando actualmente entre los salarios más bajos de Europa.
Por su parte, en España la falta de médicos en los servicios públicos es una realidad contrastada, aunque varía según especialidades y regiones. La falta de médicos provoca retrasos en la atención y saturación en las consultas, circunstancia que a su vez influye en la fuga de médicos y agrava el problema. La “solución” gubernamental a la falta de médicos fue crear cada vez más facultades de Medicina y proponer restricciones a la movilidad de los médicos, cuando la verdadera solución al problema pasaría por una planificación seria, competente y adecuada de la formación de especialistas y por la mejora de sus condiciones de trabajo y remuneración. Los datos en España muestran que no se está realizando una planificación adecuada de las necesidades y que el aumento de titulados en Medicina a medio plazo provocará un exceso de médicos y una vuelta a la precariedad de los años 80. Este aumento supera con creces el déficit condicionado por las jubilaciones que se reducirán a la mitad a partir de 2026.
En este contexto, la continua pérdida de médicos por la emigración, con tendencia creciente, es un problema que comparten Portugal y España y resulta sumamente preocupante.
Los médicos señalan como principal causa el deterioro de las condiciones laborales. La gran mayoría de estos médicos no abandonarían su país de formación si se ajustaran las condiciones propuestas. La solución pasa por ofrecer condiciones laborales que respeten el valor justo del trabajo médico y el equilibrio entre la vida profesional, personal y familiar.
Para los médicos residentes, aparte de asegurar las plazas necesarias para que puedan especializarse, es necesario mantener una formación de calidad y unas condiciones laborales adecuadas.
En cuanto a los médicos que inmigran a Portugal y España, es esencial respetar su derecho a la movilidad global, pero garantizando la calidad de su formación. Su situación precaria no puede servir como argumento para deteriorar aún más las condiciones laborales, ya sea de estos o de los médicos nacionales. La realidad de la libre circulación en la Unión Europea exige un mayor cuidado por parte de todos los países miembros, para que no haya asimetrías en esta exigencia.
Por lo tanto, es evidente que se necesitan medidas para fijar y fidelizar a los médicos en los servicios de salud pública. En definitiva, esto implica la garantía de mejores condiciones: jornada laboral adecuada (35 horas semanales), límite a la sobrecarga de horas extra, respeto al descanso, progresión en la carrera y mejora salarial adecuada.
La planificación es esencial identificando áreas y centros difíciles de cubrir, con incentivos remunerativos y no remunerativos extendidos al equipo que ya está allí. También es importante cumplir con las normas europeas sobre límites de jornada laboral y descanso entre jornadas y las normativas para el ejercicio de una Medicina de calidad.
Los sindicatos reunidos en Chaves (CESM y FNAM) reafirman su firmeza en exigir estos derechos básicos para los médicos y esenciales para los respectivos servicios públicos de salud, para que estos cumplan cabalmente con su objeto.