El problema de la AP es estructural. Si no se actúa pronto, el edificio sanitario entero está en riesgo

Francisco Miralles

Secretario General de CESM

 

La Atención Primaria (médicos de Familia y pediatras) en el Sistema Nacional de Salud padece un problema estructural. Los cálculos del Foro de Médicos de Atención Primaria indican que en España faltan más de 2.700 médicos de Familia y pediatras, y que, en unos años, la situación va a empeorar porque se jubilarán miles de profesionales y la escasa oferta de plazas MIR en Medicina de Familia y Pediatra.

Hay además crecientes dificultades para paliar ese déficit, por lo poco atractivas que resultan las condiciones laborales de las plazas de Atención Primaria para los futuros médicos. Esa falta de atractivo de la especialidad lo vemos cada año en la elección de especialidad que llevan a cabo quienes acaban de aprobar el examen MIR.

La precariedad laboral, la temporalidad (que se acerca al 50%), la no renovación de contratos, la alta presión asistencial provocada tanto por la disminución de plantillas como por las mayores necesidades de atención que conlleva el progresivo envejecimiento de la población, etc., son todas ellas situaciones que ahuyentan a quienes podrían vehiculizar su vocación de médicos en el sector de la atención primaria. Y muchos de los que la han elegido se van: sabemos por ejemplo que la mayor parte de quienes han pedido un certificado de idoneidad para irse fuera de España son médicos de AP. Y seguramente, serán pocos los que vuelvan.

Todo ello, unido a factores como el creciente envejecimiento de la población y la mayor demanda de asistencia que eso conlleva, o la galopante feminización del colectivo, exige revisar al alza y con carácter de urgencia la necesidad de efectivos que necesita el sistema.

Hoy el 53% de los médicos de Familia soportan cupos de más de 1.500 tarjetas y se ven obligados a atender a más 40 pacientes diarios, cifras que se superan ampliamente en periodos especiales, según han puesto de relieve las últimas encuestas sobre la situación de los médicos de primaria en España.

La masificación y consiguiente escasez de tiempo para atender debidamente a los pacientes obedece principalmente a la escasez de personal, aunque también guarda relación en no poca medida con el hecho de que los profesionales tiene que dedicar entre el 30 y el 40% de su actividad a la realización de tareas burocráticas. No es sólo la interminable repetición recetas, sino también justificantes de todo tipo, certificados de salud para oposiciones, prácticas deportivas escolares, balnearios, etc. A esto se une la falta de un sistema de registro sencillo, ágil y fiable que realmente ayude y sea referencia para obtener datos de medición útiles.

Esta sobrecarga asistencial es sencillamente intolerable, y lo es, insistimos, tanto para el propio médico como para salud del sistema sanitario, porque el trabajo a contra reloj atenta contra la calidad de la asistencia a la que tienen derecho los pacientes.

La conclusión es que la AP ha quedado relegada al papel de gran olvidada dentro del sistema sanitario, siendo concebida como simple filtro de entrada sin función propia, y a la que no se dota adecuadamente ni en lo que concierne a presupuesto ni en lo que atañe a recursos humanos.

De hecho, la participación real de la AP en el conjunto del gasto público sanitario es cada vez menor, y ello contribuye claramente al deterioro continuo de dicho nivel asistencial.

Recordemos que según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, la inversión pública en gasto sanitario ha descendido drásticamente durante los últimos años en Atención Primaria, hasta representar únicamente el 14% de toda la asistencia sanitaria pública.

Desde el Foro de Médicos de AP pensamos que la financiación del sector debe aumentar significativamente (hasta representar, cuando menos, el 20% del gasto total), pues estamos convencidos de que la actual asfixia presupuestaria es lo que explica la presión y sobrecarga asistencial a la que nos referíamos antes.

Ante la situación de deterioro de la Atención Primaria, la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) no permanece indiferente. En concreto, consideramos necesario, como principal medida, incrementar el presupuesto y capacidad resolutiva del sector, entendiendo que la sanidad de AP no es un gasto, sino una inversión, una apuesta y un valor de futuro. Esto lo decimos los profesionales y lo recomienda la OMS.

El aumento de presupuesto que exigimos debe ir acompañado de la ampliación de plantillas y de la correspondiente planificación de los recursos humanos para hacer frente a las crecientes necesidades de médicos en el sector, motivadas tanto por la mayor frecuentación de consultas que conlleva el envejecimiento de la población como por el alto número de médicos que también se jubilarán en los próximos años.

A su vez, y puesto que de más de dinero estamos hablando, es hora de recordar que se le debe al médico una compensación por la pérdida retributiva que acumula desde 2010, que, sumada a la inflación habida desde entonces, ronda el 25%.

Igualmente, y en paralelo con lo anterior, el reconocimiento del importante papel de los profesionales sanitarios en general, y de los que ejercen en la trinchera de la atención primaria en particular, debe verse reflejado en ofertas de empleo público que pongan freno a la alta precariedad laboral que padece el sector.

Si todo lo anterior no se pone en práctica, en pocos años la Atención Primaria que actualmente conocemos, con sus luces y sombras, no será viable por descapitalización de profesionales.

La miopía al respecto de los políticos y gestores de todos los colores es manifiesta. Olvidan que la eficiencia de la Atención Primaria permite ahorrar recursos al SNS y que es la auténtica base del mismo, hasta el punto de que se puede decir, sin exagerar, que si el primer eslabón asistencial falla, el resto del edificio sanitario común se viene abajo.

Si queremos que la AP recupere todo lo perdido y vuelva a ser uno de los mejores modelos de asistencia sanitaria, hay que pedir a los políticos que empiecen a valorarla y respetarla, lo cual exige escuchar a los profesionales y dotarla de los recursos humanos, técnicos y financieros que necesita para cumplir con su primaria labor.

* Intervención de Francisco Miralles en el Día de la Atención Primaria (12 de abril de 2018)

 

 

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