“La Primaria esta quemada”

Miguel Lázaro Ferreruela

Presidente del Sindicato Médico de Baleares (SIMEBAL)

Esta es la carta que me remitió  una gran doctora de atención primaria con un gran compromiso vocacional, con una larga y gran trayectoria asistencial. Esta doctora me pidió ayuda por un cuadro depresivo que tenía. Pero este padecimiento era la punta del iceberg  que ocultaba un gran desgaste profesional. Yo solo he puesto el titular de este artículo, lo que sigue es su testimonio

“ Empecé a ejercer la medicina en Mallorca en el año 1983 y mayormente hacía sustituciones en los pueblos. Aunque las condiciones laborales eran de lo más precario (pasábamos consulta en nuestra casa, desde la camilla al fonendo nos lo pagábamos nosotros. Estábamos de guardia las 24 horas al día todos los días del año, de lunes a domingo, menos el mes de vacaciones. Siempre localizados, todos los días a cualquier hora incluidos los festivos… vamos una matadura. Sin embargo era gratificante, los pacientes nos respetaban, había una cercanía y una empatía). A partir del 89 abrieron los Centros de Salud, desde entonces he trabajado en Palma haciendo sustituciones y luego después de aprobar oposiciones en plaza en propiedad. Se puede decir que me he recorrido toda la isla, haciendo guardias a porrillo aquí y allá. Me acuerdo la primera guardia de PAC, el día que se inauguraron, en Escuela Graduada, la circular de funcionamiento del PAC colgada en el corcho decía: se atenderá a todo paciente que venga (sin cita y de urgencias) sea cual sea su patología aunque no pertenezca a la zona.

A finales del mes de julio del año 2018 fue cuando realmente mi familia y yo nos dimos cuenta de que algo muy parecido a una depresión muy importante había tomado una parte muy importante de mi vida diaria. Todo el mundo ha oído hablar de la depresión, pero cuando la conoces mejor es cuando te visita personalmente. Hay muchos motivos que te pueden llevar a un estado tal que todo lo que ves es desde una perspectiva totalmente negativa, que te quedas mirando al infinito y esperas que la parálisis y la tristeza, pase y puedas por lo menos andar hasta la ventana a ver que hay. Después de estar 30 años ayudando a las personas a superar sus enfermedades y sus depresiones, me encontraba en el sorprendente estado, en el “otro lado de la mesa” de la consulta. La situación ha llegado a un punto que es imposible compaginar la buena relación médico paciente y la empatía bidireccional con la agenda que nos impone. Soy incapaz de pasar consulta en 7 minutos por paciente. No puedo, no sé hacerlo. Entonces le dedico al paciente más tiempo del que tengo y voy cogiendo retraso. Y la gente empieza a protestar y a poner reclamaciones. Por las tardes no ponen un médico que vea las urgencias y nosotros al mismo tiempo que pasamos consulta hemos de tender a todo el personal que pase por allí (el centro está en zona turística al lado de la playa) y quieren que le vea un médico. Que no son urgencias, son gente sin cita, la mayoría con patología banal o de larga evolución. En la sociedad actual prolifera en algunos pacientes, la mala educación y encima la Administración no potencia la  educación sanitaria, los  autocuidados,  los circuitos de cita previa, el respeto al  profesional. Entonces llegó un momento que sometida a un gran estrés crónico  mis recursos adaptativos cognitivos, conductuales y emocionales se deterioraron; sobre todo estos últimos y llegó un día que totalmente desquiciada empecé a gritar a los pacientes. Esto afectó por supuesto a mi vida personal. Siempre he sido bastante adaptativa y de repente era incapaz de resolver nada, me echaba la culpa de todo, y estaba todo negro. Tristeza infinita. Busqué ayuda tarde, pero la busqué. Inicie un  tratamiento antidepresivo, ansiolítico y me dieron la  baja laboral. Yo me resistía, toda la vida atendiendo trastorno  de ansiedad y depresión y no me veía en el otro lado. Pues gracias al tratamiento, a que empezó a dormir, al descanso de la baja y a hacer psicoterapia, poco a poco  fui levantado cabeza.

Me ha costado varios meses recuperarme y volver a tener serenidad. Conozco muchos compañeros y compañeras que están con síntomas de Burnout. Cuando atiendes una consulta de personas que vienen a buscar ayuda médica, que siempre está relacionada con problemas de familia, dinero, trabajo, etc. si tu trabajo es vocacional, de ayudar y encontrar solución de verdad para estas personas, es absolutamente necesario  escuchar sus historias. Ocurre que de los seis minutos que tienes para atenderles en la mayoría de los casos tienes que dedicarle 16, 20 incluso más tiempo, la conclusión es muy sencilla no hay forma de sentirte bien con el trabajo realizado, en el 90% de los casos con el agravante de que  muchos de los pacientes se sienten maltratados, mal atendidos.

Este es el motivo que a muchos profesionales de la medicina nos lleva al desánimo y a la frustración y después de muchos años de aguantar esta situación nos deja en un estado de ánimo que en ingles lo llaman “Burnout” pero en castellano, para entendernos más rápidamente, podríamos llamarlo, trapo viejo y chamuscado. Este verano volverá a ser de órdago porque una vez mas  no habrá sustitutos”.

Es urgente, prioritario que el 20 % del presupuesto sanitario sea dedicado en los dos primeros años a cuidar, valorar y reconocer a todos los niveles la excelencia de nuestros magníficos médicos de primaria. Simebal tiene muchas propuestas para incentivar, retener y captar a los 250 médicos que necesitamos.

Ya saben, en derrota transitoria pero nunca en doma.

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