«La feminización de la Medicina»

María José Campillo

Secretaria de Finanzas y Servicios de CESM

Celebración del 8M

María José Campillo
La opinión de María José Campillo.

La práctica de la Medicina ha pasado de ser un territorio vedado para las mujeres, como ocurría en siglos anteriores, a que en las nuevas generaciones las mujeres sean mayoritarias en el sector.

El fenómeno de la feminización de la Medicina no ha ocurrido de golpe, sino que se ha ido produciendo poco a poco. Si observamos la demografía médica, veremos que en la franja de médicos jubilados la mujer es la excepción, aumentando ya a partir de la década de los 80 y 90 en porcentaje, siendo esta una curva ascendente, que incluso supera a los varones en los últimos años, con proporciones incluso de 70/ 30, siendo el primero el porcentaje de féminas. Este no es un fenómeno exclusivo de España, sino que es mundial, aunque en nuestro país esté mas acusado, a excepción de los países latinoamericanos, donde el porcentaje de médicos varones está ascendiendo.

Hoy en día en una facultad de Medicina la minoría son los varones, pues hablamos de un porcentaje aplastante del 75% o más de mujeres.

Ahora bien, la distribución de las mujeres no es homogénea en todas las especialidades. En Medicina de Familia y/o Pediatría las chicas son mayoritarias, ya que son especialidades que suelen permitir la conciliación de la vida familiar. Igualmente, en Ginecología el sexo femenino es mayoritario, no así entre los cirujanos o entre los urólogos, aunque poco a poco esto va cambiando.

Igualmente, tener más de un trabajo es más habitual en los médicos varones que en las médicas, que suelen tener uno solo. Algo similar a lo que ocurre con los puestos directivos, donde el porcentaje de damas es muy inferior al de caballeros.

En las excedencias por cuidado de hijos, son sin embargo las señoras las que ganan por goleada, frente a los señores, cuyo porcentaje suele ser muy pequeño.

Todos estos datos son reveladores de la importancia que le da la mujer a la conciliación de la vida familiar. Tradicionalmente se nos ha educado desde niñas con muñecas, cocinitas y todo tipo de juguetes que implicaban el cuidado de los hijos y las tareas del hogar, frente a los chicos, a los que se les enseñó a jugar con coches, camiones, soldados, etc. Los niños imitan a sus mayores en los juegos, y siempre se ha dado por hecho que las hijas serían las cuidadoras de los padres mayoritariamente, al igual que de las nuevas familias que formaran.

Incluso hoy en día, en pleno siglo XXI, pocos cambios ha habido en este aspecto, y la educación tradicional sigue marcando el comportamiento de las generaciones actuales, aunque hay cambios que ya se pueden observar. La mayoría de las mujeres optan por retrasar el tener hijos, y esperan a tener cierta estabilidad para hacerlo, algo en lo que las médicas no son una excepción. La media de hijos que se tienen hoy en día es menor que los que se tenían en el siglo XX. Esto ha permitido que la mujer pueda desarrollar una carrera profesional.

La ciencia ha estudiado, mediante experimentos, el llamado instinto maternal, y ha llegado a la conclusión de que no hay evidencia científica de que este exista. De hecho, la mujer tiene que aprender a cuidar un bebe, no es algo instintivo. A pesar de esto, desde la prehistoria, la mujer cuidaba a la prole y del hogar, mientras el hombre procuraba el alimento mayoritariamente, modelo que se ha ido transmitiendo de generación en generación. El ser humano cuando nace, al contrario que los animales, tarda mucho tiempo en valerse por sí mismo, y precisa los cuidados de sus progenitores, y el modelo de crianza femenino ha sido un modelo que ha dado buen resultado, de ahí que se haya mantenido en el tiempo. Durante siglos, el hombre libraba sus batallas y guerras, iba de caza, trabajaba, mientras las mujeres los esperaban pacientemente en el hogar con los hijos. Cuando el varón faltaba, era la mujer en solitario la que los sacaba adelante. La primera guerra mundial cambió este esquema; el reclutamiento máximo de los varones dejó muchos huecos en el mercado laboral, que tuvieron que ser ocupados por las mujeres, suponiendo la incorporación de forma masiva de estas al sector.

Y aunque la incorporación al mercado laboral del sector femenino de la población ha sido imparable desde entonces, los cambios en la educación que reciben los infantes no han ido a la par, como ya decíamos, y las médicas no son una excepción.

Por tanto, solo cuando se resuelva el tema educacional y ambos géneros asumamos que el cuidado de los hijos y del hogar es algo que hay que compartir y no es exclusivo de ninguno, habrá algunas cuestiones que se podrán dirimir.

Además de ello, hay cuestiones que en España apenas se empiezan a vislumbrar, como son las medidas de apoyo a la natalidad. España esta a la cola en este tipo de medidas con respecto a otros países europeos. Frente a las 16 semanas que disfruta el progenitor español por el nacimiento de un hijo, un escandinavo tiene de 55 a 68 semanas por este mismo permiso, es decir, 480 días remunerados al 80%. En Finlandia, la educación es gratuita desde la guardería a la universidad. En Noruega, las madres tienen un permiso de 47 semanas retribuido al 100% que se puede ampliar a 55 semanas con una retribución del 80%. Podríamos seguir enumerando las ayudas que reciben los padres y madres en Europa, frente a la escasa inversión en las familias que existe en España, y eso a pesar de la crisis de natalidad. Es evidente, por tanto, que son precisos cambios educacionales importantes, pero también como país, y que se aborden este tipo de cuestiones que resultan tan decisivas.

Y añadamos que el hecho de ser médica aumenta aún más el desafío con las interminables jornadas que son obligatorias, y que suponen dejar a los hijos durante periodos de tiempo muy largos, incluso durante 24 horas. Es por ello que muchas mujeres optan por especialidades sin guardias, y rechazan puestos directivos sin horario, que dificultan aún más la vida familiar. No se da la opción de jornadas más livianas que permitan compaginarlas con la conciliación de la vida familiar, lo que aboca a muchas mujeres a pedir una excedencia por cuidado de hijos. Excedencias que, al calcular la masa salarial de ambos sexos, inclinen la balanza al lado masculino, sin que haya medidas encaminadas a corregir este desequilibrio.

Desde CESM seguiremos velando por que la conciliación de la vida familiar sea una realidad plena para los facultativos y sigamos avanzando en las medidas que den apoyo real a la natalidad en la Sanidad.

youtubeinstagram
Facebooktwitterlinkedinmail