
La sesión titulada “Salud laboral: salud mental y PAIME (Programa de Atención Integral al Médico Enfermo)”, que tuvo lugar durante el segundo día de la primera jornada nacional CESM de Salud Laboral, contó con la participación de los ponentes Maribel Moya, especialista en Radiología, vicepresidenta primera de la Organización Médica Colegial (OMC) y coordinadora nacional PAIME; Merche Ortín, médica de Familia, abogada, secretaria general de CEMSATSE Aragón; y Miguel Lázaro, psiquiatra, presidente de CESM, quien –además- actuó como moderador del debate.
Regulación propia, jurisdicción social y derechos individuales
Merche Ortín inició la ronda de intervenciones para abordar el tema de actualidad del anteproyecto de ley de Estatuto Marco y su impacto en la salud laboral del médico.
Para contextualizar las “oportunidades perdidas” de los profesionales ante la redacción de una norma reguladora, Ortín se remontó al año 2003 para señalar la evolución del menoscabo en tres ámbitos: “una regulación propia para el médico, la jurisdicción social y la defensa de los derechos individuales en materia de salud laboral”, de los cuales destacó “el derecho a recibir protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo, así como los riegos generales en el centro sanitario o derivados del trabajo habitual, y a la información y formación específica en esta materia; y el derecho al descanso necesario, mediante la limitación de la jornada, las vacaciones periódicas retribuidas y permisos”.
La secretaria general del Sindicato Médico en Aragón recordó que ya en el Estatuto Marco del año 2003, se aplicó únicamente al colectivo médico la jornada obligatoria máxima que permite la Unión Europea de 48 horas semanales, así como el incumplimiento del descanso diario aplicando turnos de 24 horas ininterrumpidas. Declaró que “la jornada de guardia fue una invención pura”, que no permite los descansos mínimos legales y que “nunca” tendría la consideración de hora extraordinaria.
En este sentido, la médica y abogada enfatizó que “han sometido a los médicos a un régimen de esclavitud durante 22 años y la Administración pretende seguir imponiéndolo”, y añadió que “las mejoras que se han reconocido a los empleados públicos con un régimen funcionarial o laboral nunca se han aplicado a los médicos”. Por ejemplo, Ortín argumentó que “las 35 horas “poco nos sirven con la actual regulación de la jornada” y añadió la soledad del médico en esta reivindicación, ya que “al resto de sindicatos y de empleados públicos les importa muy poco” porque ya disfrutan de una jornada mejor.
Teniendo en cuenta que “hay que garantizar la asistencia sanitaria”, la ponente aclaró que “el médico tiene que trabajar en unos mínimos”, los cuales resumió en la voluntariedad para superar la jornada ordinaria; que este exceso de jornada sea retribuido, al menos, como la jornada ordinaria; una regulación de las guardias localizadas que evite problemas de descansos, etc.; y que todos los avances en materia de jornada se apliquen al personal estatutario en su condición de funcionario especial.
Describió como “patada” al médico tanto el Estatuto Marco de 2003 como el anteproyecto de ley actual de 2025 y reflexionó sobre el estado actual de los sindicatos médico en torno al documento propuesto por el Ministerio de Sanidad. Así, consideró que “ahora estamos en la movilización, en hablar con los compañeros” pero concluyó que “tenemos que tener claro que esta norma tiene que ser básica y estatal para tener atadas unas condiciones mínimas, porque lo que nos han puesto sobre la mesa es indeseable desde cualquier punto de vista”.
Estrés, burnout y estrategias sindicales de prevención
Miguel Lázaro arrancó su ponencia con el recuerdo a los 125 médicos fallecidos en la pandemia, subrayando que “murieron por estar a la lado de los pacientes y esa, precisamente, es la singularidad del médico, nuestro ADN”.
Entrando en materia de salud laboral, puso sobre la mesa “el burnout como la plaga médica del siglo XXI que, además, el médico suele negar” y “el estrés” como la tensión física y emocional a la que los médicos están sometidos en el ejercicio de su profesión y que es “base del burnout”. En este sentido, el psiquiatra distinguió entre “el estrés agudo, el estrés episódico y el estrés crónico” que resultan agotadores y que desgastan a los profesionales día tras día, año tras año; destruyendo “cuerpo, mente y vida” y causando consecuencias a largo plazo como resultado de ese desgaste continuado.
Lázaro quiso abordar también el concepto de “alostasis”, es decir, el proceso en el cual se produce un desgaste del sistema neuroendocrino para la adaptación a determinadas situaciones y que depende de la gestión del estrés de cada persona y de la vulnerabilidad que le convierta en una persona más o menos propensa a padecer estrés.
Esta carga alostática está asociada, en palabras de Lázaro, a “complicaciones cardiovasculares, deterioro de los funcionamientos cognitivo y físico, patología mental, mortalidad, vulnerabilidad y trauma”.
Las consecuencias del estrés en los trabajadores sometidos a alta carga del mismo pueden ser muy graves. El presidente de CESM destacó también “la enfermedad cardiovascular, absentismo laboral, enfermedades psicosomáticas, accidentes, depresión y suicidio, ansiedad, adicciones, disfunción familiar y con el entorno”, así como una caída en la calidad de vida, lo que puede conducir a los médicos al abandono de la profesión.
Retomando el burnout –síndrome del trabajador quemado- definió que se trata de una respuesta emocional inadecuada a la acumulación de situaciones de estrés laboral crónico y que desemboca en “agotamiento emocional, físico y mental por la involucración repetida en situaciones emocionalmente demandantes en el trabajo, despersonalización y baja realización personal”. Ante todo esto, lanzó el dardo directo a los médicos como “población de riesgo” pero indicó que, sin embargo, los afectados por este síndrome “no siempre lo manifiestan, no lo reconocen o no lo vinculan al estrés causado en el entorno laboral”, a pesar de que expertos en medicina laboral han reclamado su reconocimiento como una enfermedad profesional desde principios de siglo.
En este punto, enfatizó que no podemos idealizar la profesión y hay que tener en cuenta que también existe fragilidad en los médicos, ya que “todos estamos en riesgo de desestabilizarnos”.
El especialista en Psiquiatría explicó que el burnout es una patología laboral, en muchas ocasiones negada o no reconocida por el propio médico que la padece; que afecta a un tercio de los médicos de atención hospitalaria y más del 50 por ciento en médicos del primer nivel asistencial. Afecta más a las mujeres y a profesionales con menos de 10 años de experiencia profesional, siendo más prevalente en determinados servicios como salud mental, oncología, UCI o urgencias.
Los efectos de este síndrome no sólo afectan al médico, sino que también al conjunto de la sociedad, la Sanidad y la relación médico-paciente. Según Lázaro “el burnout acaba con la relación médico-paciente, ya que un médico quemado no puede ofrecer una relación humanizada; es más, puede que sus decisiones no sean las más acertadas”.
“Un médico quemado”, continuó, “refleja falta de energía y entusiasmo; descenso del interés por su trabajo; alto absentismo y deseos de abandono, con una gran desmoralización que subyace en el fondo”.
El burnout aparece insidiosamente, evoluciona de manera paulatina y se va incrementando progresivamente en severidad. Así, en una primera fase de estrés laboral, las demandas desbordan los recursos; en una segunda fase de exceso o sobreesfuerzo, aparecen los primeros síntomas de fatiga, tensión, irritabilidad, cinismo, ansiedad y/o depresión; y en una tercera fase de enfrentamiento defensivo, se produce una rigidez, distanciamiento emocional, retirada y cambios de actitud o conducta.
Entre los motivos desencadenantes del estrés laboral, Lázaro remarcó “la alta precariedad, la sobrecarga crónica, la jerarquización, la escasa participación de los profesionales en la gestión de recursos o la toma de decisiones, los conflictos con los superiores, la dilución del médico en el entramado gestor y la relación con los compañeros”; y añadió “las exigencias de las gerencias, la falta de tiempo, la excesiva burocratización, las jornadas de trabajo excesivas, los bajos salarios y escasos recursos”.
Entre las propuestas sindicales para evitar estas situaciones, Miguel Lázaro contrapuso que “las estrategias individuales de afrontamiento son ineficaces o paliativas” y que “las intervenciones a nivel organizacional son las más adecuadas para atajar los estresores base de todos estos procesos”.
De este modo, indicó que para prevenir el estrés en el quehacer del médico hay que determinar qué aspectos concretos de su trabajo son fuentes de estrés, algunos ya identificados y destacados anteriormente.
Concluyó que “la Confederación Española de Sindicatos Médicos –CESM- debe constituirse como el portavoz, líder y defensor del médico en todos los foros y comités de salud laboral, la cual debemos considerar como un sector estratégico”. Igualmente, apostó por “crear y continuar con las sinergias con la Organización Médica Colegial y los Colegios de Médicos, a través del PAIME –Programa de Atención al Médico Enfermo”, al que definió como una “joya de la corona” y en el contexto actual de negociación con el Ministerio de Sanidad contra la propuesta de Estatuto Marco, argumentó que “hay que luchar para que el Estatuto Marco reconozca la singularidad profesional y laboral del médico, cuide su salud, sea clave para la calidez de la Sanidad y los pacientes y cumpla la normativa vigente tanto europea como la Ley de Prevención de Riesgos Laborales”, a la que definió como “el mejor antídoto contra el burnout”.
PAIME: ayuda y solidaridad de médicos a médicos
El cierre de esta mesa redonda estuvo a cargo de la vicepresidenta primera de la Organización Médica Colegial –OMC-, Maribel Moya, quien se dirigió a los asistentes para actualizar los datos del PAIME, el Programa de Atención al Médico Enfermo, gestionado desde la Fundación para la Protección Social a Médicos de la OMC a través de los Colegios de Médicos.
El PAIME es un programa que ofrece asistencia sanitaria, atención social, apoyo legal y asesoramiento laboral a médicos colegiados en activo con patologías de tipo psíquico y/o adictivo. Un proyecto creado “para proteger la salud de los médicos y de los pacientes, cumpliendo con la obligación de la OMC de cuidar al profesional y también a la ciudadanía”, explicó la vicepresidenta primera de la OMC.
Este programa, nacido en el Colegio de Médicos de Barcelona en el año 1998, se encuentra ya integrado y consolidado en todos los colegios de médicos provinciales, coordinados desde OMC pero con una cogobernanza entre las 52 organizaciones colegiales médicas de España.
El PAIME, que garantiza la confidencialidad, privacidad, anonimato y atención específica del médico, “asiste a los profesionales que lo necesitan, se asegura de que reciban el tratamiento adecuado y que puedan ejercer la Medicina en las mejores condiciones, garantizando a la población la buena praxis de los profesionales médicos”, en palabras de la coordinadora nacional del programa.
Añadió que “el médico no sabe enfermar. Estamos entrenados para cuidar a los demás pero para nosotros el proceso de enfermar es distinto y el tratamiento, en estos casos, tiene que ser de calidad saliendo de la red asistencial habitual”.
De los datos registrados por este programa se desprende que el 58,7 por ciento de pacientes ha accedido al PAIME por iniciativa propia; un 16,6 por ciento lo ha hecho por derivación del psiquiatra y el 12,1 por ciento por derivación de otro compañero; un 5 por ciento ha sido por vía de un superior profesional; 3,7 por ciento a través de familiares; 3,2 por ciento por medio de unidades de prevención de riesgos laborales y el 0,7 por ciento ha sido por otras vías como inspección médica, colegio de médicos, abogados o clínicas privadas.
En cuanto a los diagnósticos clínicos, la radióloga explicó que “el 27 por ciento sufre trastornos adaptativos, el 24 por ciento trastornos del estado de ánimo; el 21 por ciento trastornos de ansiedad; un 12 por ciento trastornos relacionados con el consumo de alcohol y otras sustancias; un 5 por ciento trastornos de personalidad, un 3 por ciento esquizofrenia y otros trastornos psicóticos y un 9 por ciento otras patologías sin especificar”.
Los motivos frecuentes para el acceso al programa son el trastorno mental en un 84,9 por ciento; el 6,5 por ciento patología dual; 5,6 por ciento consumo de alcohol y un 3 por ciento el consumo de drogas.
Moya informó de que, por especialidades, “un 47,7 por ciento corresponden a Medicina Familiar y Comunitaria” y también destacó Anestesia y Psiquiatría como especialidades más demandantes.
Los médicos acogidos al PAIME corresponden, actualmente, en un 86 por ciento al sistema público de salud, en un 10 por ciento a la Sanidad privada y en un 4 por ciento a ambos sectores.
En un 56 por ciento de los casos se ha intervenido por riesgo para la praxis y en un 32,5 por ciento se ha actuado por conflictos en el entorno laboral.
Desde la OMC, su vicepresidenta introdujo el concepto de “contrato terapéutico”, entendido como la adopción de un compromiso compartido y corresponsable entre el afectado, el terapeuta y el Colegio de Médicos o la Administración o empresa para la rehabilitación del médico enfermo y para que este pueda recuperar y trabajar en sus mejores condiciones físicas y mentales. Este documento se aplica a los casos graves o difíciles en los que exista riesgo para la praxis.
La responsable del PAIME concluyó con las posibles oportunidades de mejora del PAIME, las cuales indicó que avanzan hacia “incluir también medidas preventivas, dado que las nuevas generaciones demandan cada vez más esta prevención y es ahí, precisamente, donde debemos actuar” y que el PAIME se integre en el plan de salud del Gobierno de España sin distorsiones entre comunidades autónomas.
Además, la ponente apuntó como acciones fundamentales evitar la sobrecarga y los riesgos, las situaciones en las que el médico rehúya de pedir ayuda y políticas específicas para el médico, “lo cual, todo ello”, confirmó, “describe el PAIME”.
En cuanto a las actividades de promoción y prevención de este plan de acción para la salud mental del médico, Moya destacó “los seminarios web y seminarios que se están impartiendo a estudiantes y médicos residentes”, así como el SAPEM, el Servicio Telemático de Apoyo Psicológico al Estudiante de Medicina (un servicio de atención y respuesta a una problemática concreta de los estudiantes del grado de Medicina: los trastornos mentales y el malestar emocional relacionado con las actividades propias del periodo formativo).
Finalizó su intervención aludiendo al impacto de la precariedad laboral sobre la salud mental y al informe presentado sobre este tema por el Gobierno de España en el año 2023; a abordar este tema como una herramienta en la gestión de los recursos humanos e invitó a los presentes a consultar la Declaración de Bilbao, un documento que emanó del I Encuentro Internacional del PAIME, que tuvo lugar en la capital vasca en el año 2023 y que recoge las principales inquietudes y demandas de los representantes de organizaciones médicas europeas y latinoamericanas en torno a la salud mental.
Puedes acceder a la jornada completa aquí.





