El 12 de marzo es el día declarado como “Día Europeo contra las agresiones a médicos y profesionales sanitarios”. Día en el que se recuerda a los ciudadanos la obligación de respetar a los que les asisten en sus enfermedades y, a los Servicios de Salud la obligación de proteger y respetar a sus profesionales.
Un año más nos vemos en la necesidad de denunciar la situación de violencia laboral en la que se ven obligados a desempeñar su labor asistencial los profesionales sanitarios. Las agresiones que sufren los sanitarios son un cáncer que corroe, deteriora y pudre el sistema de salud.
Tras dos años de pandemia, los profesionales sanitarios hemos podido apreciar como se puede pasar de héroe a villano y de los aplausos a las bofetadas. Una realidad que, no por ser muy conocida, debe ser ni asumida ni olvidada, sino que debe ser analizada y estudiada en detalle para delimitar sus causas y adoptar medidas urgentes que acaben o limiten al máximo esta situación.
Los profesionales sanitarios están sufriendo dos tipos de agresiones. Las agresiones externas generadas por pacientes y familiares descontentos, y las internas producidas por el maltrato de la propia organización sanitaria hacia sus profesionales.
Las agresiones externas son motivo frecuente de portadas y titulares en los medios de comunicación, sin que a día de hoy los Servicios de salud adopten medidas realmente eficaces para proteger a sus profesionales y evitar esa sangría.
Las causas son evidentes: la demagogia política alimentando la creencia popular de “barra libre sanitaria” y, el déficit permanente de recursos materiales y humanos por la ausencia de una planificación y presupuestos adecuados.
La demagogia política partidista ha instaurado de hecho el derecho ilimitado del ciudadano a “TODO” lo que quiera. Esta creencia popular a TODO se concreta en que los pacientes acuden al médico, en muchas ocasiones, exigiendo ya un tratamiento determinado o unas pruebas concretas. Cuando lo razonable y adecuado es que el paciente exponga su padecimiento y el médico sea quien determine las pruebas para el diagnóstico y el tratamiento. A la negativa del profesional a ser mero escriba de los deseos y gustos del paciente, se suma el grave déficit de recursos que, provoca las largas listas de espera y el poco tiempo disponible para asistir al paciente por la sobrecarga de las agendas y el colapso de todo el sistema. Los pacientes ven como las expectativas creadas por los políticos y gestores sanitarios son falsas, provocándoles desesperación, desengaño, frustración e ira que desembocan en las agresiones verbales o físicas que sufren los profesionales sanitarios cada vez con mayor frecuencia.
Además de las agresiones externas, el profesional sanitario se ve expuesto a agresiones desde el propio Servicio de Salud cuando soporta una precariedad laboral indecente (ya condenada por el Tribunal Europeo de Justicia), el recorte de sus derechos laborales (esclavo de las necesidades del servicio), las amenazas (por ejemplo de despido o no renovación), la coacción (apertura de expedientes y sanciones) o el chantaje (desprestigio personal y profesional). Por no mencionar la falta de protección ante los riesgos de su puesto de trabajo que pone en grave riesgo no sólo su salud sino simultáneamente la de los pacientes que asiste (también reconocida y condenada reiteradamente por los tribunales).
Tanto las agresiones externas como internas acaban provocando graves daños en la salud de los profesionales y minando su capacidad de trabajo. La realidad es que el Sistema Nacional de Salud está gravemente enfermo porque los primeros enfermos son muchos de sus profesionales consecuencia de las agresiones verbales y físicas de sus pacientes y, del maltrato y abandono de sus Servicios de Salud.
En este “Día Europeo contra las agresiones a médicos y profesionales sanitarios” solicitamos y exigimos la inmediata adopción de medidas que protejan a los profesionales, tanto de las agresiones externas de sus pacientes, como de las internas de sus gestores y directivos.
Esas medidas se concretan en:
1.- Frente a agresiones externas.
- Fin de la demagogia política y de utilizar la sanidad como campo de batalla de los intereses partidistas. La sanidad debe guiarse por criterios técnicos, científicos y objetivos, no por intereses personales y políticos partidistas.
- Planificación sanitaria adecuada y presupuestos sanitarios suficientes para dotar al SNS de los recursos humanos y materiales necesarios para atender la demanda asistencial real.
- Fin de la creencia de “barra libre sanitaria” y del “derecho a todo” mediante la educación de la población para un uso responsable del sistema sanitario y el respeto a sus profesionales.
- Cumplimiento efectivo del derecho a la participación de los ciudadanos y los profesionales en la gestión y planificación del SNS, evitando que se convierta en un cortijo de políticos y gestores.
- Organización adecuada del trabajo para evitar las actuales sobrecargas que vulneran el derecho a la salud de profesionales y ciudadanos. El profesional debe tener los recursos y el tiempo necesario para asistir a cada paciente adecuadamente.
- Plan de prevención de agresiones externas que contemple la elaboración de planes de seguridad en cada centro. Planes de seguridad realizados por directores de Seguridad debidamente titulados, y que contemplen la instauración de las medidas de seguridad pasiva y activa que sean necesarias para garantizar la integridad y salud de los profesionales sanitarios.
2.- Frente a agresiones internas:
- Fin de la precariedad laboral.
- Respeto a los derechos laborales de los profesionales sanitarios.
- Cumplimiento eficaz y efectivo de las obligaciones de los Servicios de salud en materia de prevención de riesgos, especialmente en lo referente a sobrecargas, violencia laboral, acoso, etc.
- Vigilancia de la salud adecuada de todos los profesionales para poder detectar con prontitud las patologías generadas por los riesgos a los que están expuestos y poder tratarlas precozmente (especialmente los riesgos psicosociales y patologías derivadas de estos como estrés laboral, burnout, etc.).
- Establecimiento de auditorías y procedimientos que detecten la violencia laboral, el acoso, la coacción, la amenaza y el chantaje que padecen muchos sanitarios y que afectan seriamente su salud.
- Adopción de medidas que dificulten o impidan el abuso, la explotación y la violación de los derechos laborales de los profesionales, junto a la depuración de responsabilidades a todos los niveles jerárquicos de la organización.
Es urgente y necesario garantizar que los profesionales sanitarios puedan ejercer su labor en las debidas condiciones, sin riesgo de agresiones de ningún tipo. Los profesionales sanitarios no queremos ni debemos ser ni misioneros ni mártires, tenemos derecho a trabajar en un entorno saludable con los medios y el tiempo necesario para garantizar la salud de nuestros pacientes.
La mejor garantía para la salud de los ciudadanos es que los profesionales que los asisten tengan garantizada su propia salud y seguridad.