«Es indudable la necesidad del uso de las medidas de presión para poder conseguir logros para los trabajadores»

V Conferencia Internacional de Sindicatos Médicos

Los ponentes de la mesa sobre acciones gremiales y medidas de presión en conflictos.

La V Conferencia Internacional de Sindicatos Médicos celebrada en Alicante los días 25 y 26 de enero organizada con la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) junto con CESM CV y el Colegio Oficial de Médicos de Alicante (COMA) programó una mesa redonda en la que se abordaron las acciones gremiales y medidas de presión en conflictos. Moderada por Alejandro Calvente, presidente de CESM CV, contó con la participación de Pablo Maciel, de la CICOP argentina, José Minarrieta, del Sindicato Médico del Uruguay y Miguel Lázaro, presidente del Sindicato Médico Balear (Simebal).

En primer lugar intervino Pablo Maciel para explicar que las acciones gremiales en su país son todavía realmente bastante jóvenes para una profesión precapitalismo, aunque sí tuvieron una huelga de hospitales reciente. Los objetivos de los métodos de presión son la mejora de la calidad de asistencia, mejoras en las condiciones de trabajo y mejoras de los salarios. «Es indudable la necesidad del uso de las medidas de presión para poder conseguir logros para los trabajadores en los espacios de negociación pública y privada. Contamos con múltiples instrumentos de presión entre los que podemos encontrar herramientas clásicas de la actividad sindical y otras propias de nuestro sector laboral», señalaba.

Entre las herramientas de presión mencionaba el paro y la movilización, la retención de tareas asistenciales (exceptuando la guardia médica), el trabajo a reglamento y la afectación de las tareas administrativas (no firmar los bonos de consulta). Esto tiene un impacto en la opinión pública, redes sociales y medios de comunicación. «Esto es muy importante profesionalizarlo, porque a veces caemos en el ‘amateurismo’ pero todo llega mejor si hay una estrategia de comunicación», admitía.

Maciel también expresaba que todo funciona mejor cuando hay un consenso y una acumulación de fuerzas, utilizando asambleas, plenarios o congresos, y destacaba la importancia de la construcción de alianzas y la articulación gremial; de las organizaciones médicas a nivel nacional, regional e internacional; dentro del equipo de salud y con otros sectores del mundo del trabajo. «Nosotros tenemos experiencia muy positiva de acciones conjuntas con sindicatos de Enfermería. Le damos mucha importancia también a la alianza entre organizaciones médicas», concluía.

Por su parte, José Minarrieta, del Sindicato Médico del Uruguay, admitía cierta tibieza propia al «escuchar a los colegas», ya que no recordaba hacía cuánto que no convocaban una huelga. Para él, las medidas de presión requieren introducir cuestiones de contexto local, y focalizaba en que la herramienta principal es la organización sindical, su imagen pública, su desarrollo organizativo, su historia, sus mecanismos democráticos internos, etc. Esto hace la fuerza de las medidas», exponía.

José Minarrieta y Pablo Maciel.

Minarrieta explicaba que en torno al trabajo surgen organizaciones representativas que defienden intereses y derechos de sus asociados, y la sociedad contemporánea ordena y resuelve los conflictos en clave de convivencia democrática. En Uruguay hay sindicatos y colegios, y otras de menor volumen y jerarquía, que a su vez ejercen funciones y actividades de distinto orden. El sindicato es una organización libre, voluntaria, cuyo fin principal es la defensa de los derechos de sus asociados y por extensión los de toda la actividad o profesión. En este sentido, «la política y la tarea sindical no deben cruzarse, y la injerencia debe rechazarse enfáticamente porque complica la percepción de lucha que tenemos». Por este motivo en Uruguay se financia el sindicato con una cuota médica social, y «rechazaríamos cualquier financiación ni de política ni de industria ni nada, porque si alguien te financia busca influir en tus decisiones».

Por otro lado está el Colegio médico, una organización panestatal de integración obligatoria para poder ejercer la profesión, que tiene prohibida toda la acción gremial por ley y sus cometidos van más hacia la regulación de la profesión desde el punto de vista ético y del desarrollo profesional médico continuo. También existen sociedades científicas, generalmente vinculadas a una especialidad. Las más vinculadas a lo anestésico quirúrgico han constituido un sindicato aparte del Sindicato Médico del Uruguay.

Según explicaba, la corporación médica no necesariamente son estructuras definidas. Su pensamiento y acción defienden los intereses de sectores de profesionales por encima de cualquier otro, incluso por encima de la calidad de la asistencia de la población, y esto es lo contrario a su percepción sindical y es tarea continua evitar esa actitud corporativa.

Conocer la sociedad y los recursos disponibles

En su opinión, condiciones de trabajo y calidad asistencial van de la mano, y «nuestra vocación profesional y los fines de la Medicina ponen a la par las reivindicaciones laborales con la calidad asistencial», y el sindicato debe tener claro un mapa sobre la sociedad en la que actúa, respecto a la opinión pública, análisis político de la coyuntura y generar equipos de trabajo con asesoramiento.

Entre los recursos gremiales necesarios para tomar medidas sindicales, Minarrieta señalaba el conocimiento (asesoramientos técnicos), los recursos económicos y los recursos técnicos, y dividía los conflictos en micro conflictos (individual o grupos reducidos), intermedios que afectan a un prestador o a parte de un prestador y generales, que pueden ser en el sector público, privado, o en ambos. Cada tipo de conflicto contaba con sus recursos disponibles.

«En Uruguay existe la negociación colectiva, hay consejos de salarios (instancias tripartitas con participación del Gobierno, los empleados y las organizaciones gremiales que representamos), también tenemos participación cuando se elabora el presupuesto nacional y sucesivas rendiciones de cuentas (donde se participa como consultores de legisladores o en ministerio específicos). Para cada una de estas instancia puede requerirse o planificarse medidas de presión cuando la negociación se estanca, no avanza o fracasa. Podemos, así, tener situaciones conflictivas de diverso grado y tipo», decía.

Estas medidas de presión pueden ser variadas y dirigidas a distintos actores según la situación. Hay medidas de fuerza (paralización de actividades, la movilización callejera y aquellas destinadas a influir en la opinión pública, que no son muy propensos a ellas). La opinión pública adquiere un valor fundamental y la contribución sindical al debate público es clave, ya que un discurso con los voceros adecuados puede hacer más fuerza. Pero también advertía de la importancia de establecer límites, puesto que es muy importante por sus consecuencias directas sobre la asistencia y porque lo demanda el profesionalismo.

Además, existen barreras éticas en los conflictos, como que jamás pueden impedir la atención de urgencia o emergencia donde peligre la vida, se deben tomar las medidas necesarias para que los pacientes crónicos no vean agravada su enfermedad y nunca se puede suspender un acto médico en curso por una acción gremial, concluía.

La importancia de la ‘tralla mediática’

Por último intervino Miguel Lázaro, quien además de recordar que la pandemia por COVID puso encima de la mesa 150 lápidas de compañeros médicos, admitía que si las Administraciones no fueran perversas los sindicatos no tendrían que existir, y diferenciaba entre el diálogo y la confrontación antes de señalar que las medidas de presión sindical son las movilizaciones (concentraciones, manifestaciones, asambleas), la judicialización y la ‘tralla mediática’, porque «todo lo que no sale en medios o en redes no existe».

Miguel Lázaro, presidente de Simebal.

Lázaro dividía los conflictos en tres fases; una primera con la existencia de necesidades no satisfechas, una segunda en la que aparece el problema y por tanto las disputas, y una tercera en la que explota la crisis. En la primera y segunda es donde se puede realizar el trabajo de prevención y en la tercera los niveles de violencia impiden otro tipo de relación entre las partes. Entre las medidas de presión social situaba las movilizaciones, concentraciones y manifestaciones, asambleas, judicializaciones, denuncias a la Inspección de Trabajo y la mencionada tralla mediática.

Respecto a la huelga médica, el presidente de Simebal señalaba que es un derecho de los trabajadores y que los sindicatos tienen un gran papel, aunque como condicionantes mencionaba que es necesario agotar los procedimientos de conciliación o mediación antes de decretar una huelga, realizar una votación sobre la huelga y obtener apoyo mayoritario antes de declararla y un periodo de notificación previo a la declaración.

Tras un repaso por las recientes huelgas no solo nacionales sino también de médicos alemanes, eslovenos o ingleses, y mencionando las regionales especialmente en Atención Primaria durante 2023 y la de CESM que permanece suspendida, Lázaro hizo especial mención a los médicos de Ceuta y Melilla, que 10 meses después seguían sin una solución por parte de Ingesa, dependiente del Ministerio de Sanidad.

En este sentido, y ante la pregunta de cuándo hacer una huelga, el presidente de Simebal proponía los periodos electorales, con el máximo grado de cabreo del colectivo médico, en un contexto de huelgas generalizadas, tras un ‘calentamiento previo a través de la tralla mediática’, con un relato pedagógico para usuarios y médicos y en un contexto de sinergias y complicidades que integre, si es posible, a todos los profesionales. Además, es importante el apoyo de las organizaciones de pacientes.

Sin embargo, Lázaro admitía que había cuestiones por las que a los médicos no les gusta hacer huelga, como son las cuestiones económicas, éticas y deontológicas, personales (insolidaridad, egoísmo, quejorrea, síndrome del esquirol, narcicismo con ausencia de empatía, burn out), relacionadas con el sesgo ideológico del médico y del sindicato, relacionadas con la motivación de la huelga por el sindicato (imagen del sindicato y clave el relato), psicológicas (síndrome de Estocolmo), por un gregarismo manifiestamente mejorable o por la mala imagen social. Además mencionaba la indefensión aprendida del colectivo médico, por la que las situaciones de maltrato mantenido hace que los médicos se vuelvan pasivos y disminuya su motivación para responder y para tener confianza en que es posible cambiar la situación.

Otro punto a tener en cuenta para Lázaro es la importancia del relato, y mencionaba que debe ser un relato único para un solo portavoz, con el objetivo prioritario de informar a la población y conseguir su apoyo, que justifique la conducta médica en lugar de denigrar a la Administración, que muestre disposición al diálogo en busca de una causa justa, con declaraciones racionales y sinceras y un lenguaje apropiado y comunicación sin altanería. Así, las claves del relato son la seguridad de los pacientes, la calidad asistencial y la dignidad del profesional, siempre con el imperativo ético y legal de preservar la seguridad de los pacientes.

Tras esta intervención, Gustavo Noya, secretario gremial de la Asociación de Médicos Municipales de la ciudad de Buenos Aires, y Pablo Maciel, aprovecharon para leer un comunicado por la situación de extrema gravedad que vive Argentina, «porque están poniendo en entredicho el derecho a la huelga y a la actividad sindical. Denunciamos que los ajustes los va a pagar el pueblo. La Ley Ómnibus prácticamente pasa por encima de la separación de poderes, va a desmantelar los servicios públicos, quita subsidios a servicios públicos, incluye desmantelamiento de normas medioambientales. Este plan no cierra sin represión, avanza sobre los sindicatos, la libertad sindical y los derechos laborales de los trabajadores. Es nuestra obligación denunciar la situación de los equipos médicos y la atención a los pacientes, la calidad de los servicios de salud. Planteamos que la patria no se vende. Gracias», concluían.

Intervención de Pablo Maciel.

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