“Bajamos el telón de 2021 con muchas cuestiones pendientes»

Gabriel del Pozo

Secretario general de CESM

Queda mucho por lo que seguir peleando

Secretario general de CESM
El secretario general de CESM, Gabriel del Pozo.

En estos días encaramos la recta final de un año que comenzaba con muchas esperanzas que pronto se tornaron en desilusiones y que terminó asemejándose al ‘día de la marmota’. Este 2021, segundo año de pandemia, daba sus primeros pasos con un proceso de vacunación frente a la COVID que pretendía solucionar el caos mundial generado por este virus. Pese al descontrol inicial -volvimos a tener 18 modelos diferentes y seguimos tropezando una y otra vez en la misma piedra-, los profesionales sanitarios fueron los primeros en acudir en masa a por sus dosis de la vacuna en un procedimiento que con el paso de las semanas se fue estabilizando. Apenas habían transcurrido 25 días del año cuando desde CESM veíamos cómo se producía un relevo al frente de Sanidad -que sigue siendo un trampolín de despegue en la política nacional donde la única intención parece ser crearse una imagen y no resolver los problemas de la cartera-, con la marcha de un Illa suspendido en su gestión y la llegada de una ministra de nuevo ajena al mundo sanitario -quien sabe si para ponerla bajo el foco para su posterior candidatura a la presidencia canaria…-. Comenzaba así un año que se ha caracterizado por el elevado número de contactos con la Administración que en su gran mayoría han resultado infructuosos, pese a lo cual, seguimos tendiendo la mano e intentando aportar soluciones a los múltiples problemas que desde hace años denunciamos y seguimos sin ver resueltos.

El auge de la pandemia en los primeros meses hacía necesario seguir reclamando cuestiones básicas para los médicos que llevaron a una convocatoria de huelga general suspendida en sus últimas jornadas, como el reconocimiento del contagio por COVID en profesionales sanitarios como enfermedad profesional, algo que parecía conseguido pero que analizado en profundidad solo era una adaptación temporal, o la consideración del ejercicio de la medicina como profesión de riesgo -nada mejor para defender esto que el número de fallecidos en España en el ejercicio diario de esta labor, muy por encima de la media europea-. Se abría, además, el melón de cómo atajar la temporalidad, especialmente acuciante en sanidad, tras los primeros intentos de contacto con el Ministerio de Función Pública.

Desde principios de año, desde CESM hemos estado peleando por los médicos jóvenes, por esos futuros especialistas que este año han visto cómo se cambiaba un proceso de elección que contaba con todas las garantías por uno que lo convertía en una mera adjudicación de plaza. Ya en enero pedíamos información a la Dirección General de Ordenación Profesional, exigiendo una solución alternativa para aquellos que, en plena pandemia, se vieran afectados por alguna de las situaciones que les impidieran acudir al examen que requiere un año de preparación. No llegó respuesta, pero siempre defendimos -y seguimos haciéndolo de cara a esta nueva convocatoria- la elección en tiempo real, aunque las dificultades técnicas del ministerio “lo hacen lo imposible” -o eso dicen-. Parece que el siglo XXI no ha llegado a Sanidad, o que el ministerio sigue estructuralmente anclado al siglo XX.

Sin embargo, el mayor agravio se conoció en mayo, cuando el mismo día en que el director general de Ordenación Profesional nos informaba escuetamente del proceso de elección, se publicaban los cambios que afectarían al mismo; el nuevo procedimiento no solo no solucionaba los problemas que habíamos estado denunciando, sino que contribuía a empeorar el sistema previamente establecido. Fue la gota que colmó el vaso y que forzó a toda la profesión médica a salir a la calle en apoyo de los futuros especialistas. Fueron días de muchos contactos buscando solución con la Administración, de concentraciones frente al ministerio, de abrir la vía judicial contra el nuevo procedimiento y de cerrazón absoluta por parte de los responsables ministeriales. Las voces de más de 5.000 personas movilizadas en concentraciones y manifestaciones entre aspirantes, sindicatos autonómicos, miembros del Foro de la Profesión Médica y partidos políticos fueron nuevamente ignoradas pese a las más de mil incidencias registradas en menos de una semana respecto a la herramienta informática que debían usar los afectados para hacer su lista de opciones de plaza. Descartada la elección en tiempo real como única que garantizase las mismas condiciones para los aspirantes de esta convocatoria, el ministerio se limitó a reducir el número de aspirantes que eligieron por turno, comprometiéndose a seguir mejorando la herramienta y el procedimiento para próximas convocatorias, algo en lo que ya estamos inmersos para 2022.

Además de la conflictividad por el tema MIR, desde CESM hemos tenido que lidiar con el ninguneo de la Administración por mejorar las condiciones laborales de los médicos. Los responsables se han perdido en nuevos planes que no vienen a decir nada nuevo, en la inacción respecto a las cuestiones que afectan a los médicos y al incumplimiento de medidas ya adoptadas. Seguimos reclamando un reconocimiento de la Medicina como profesión de riesgo, como así defendió la Asociación Médica Mundial. Exigimos la auténtica protección que otorgaría a los médicos la consideración del contagio por COVID como enfermedad profesional. Necesitamos de manera urgente que se ponga fin a la acuciante temporalidad que afecta al colectivo, y que para ello se tenga en cuenta la especial situación de los médicos, ya que las ‘soluciones’ que se han puesto sobre la mesa no sirven para todo el personal de la administración, como así hemos trasladado primero al ministro Iceta y después a Montero. Soluciones reales es lo que necesitamos, y no propuestas que se pierden en una maraña que requiere cambios legislativos que nadie parece dispuesto a acometer. Hay que deshacer el tapón pero también administrar medidas que eviten que se vuelva a taponar.

Y en plena sexta ola de esta pandemia interminable exigimos un mejor trato para el colectivo, que puede suponer desde la extensión de la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil a todos los médicos fallecidos -somos la categoría sanitaria qué más compañeros ha perdido en esta lucha contra la pandemia y así se lo hicimos llegar al presidente del Gobierno con el listado de los fallecidos que ellos no tenían registrados y a los que no se concedió tal reconocimiento- hasta la puesta en marcha de un procedimiento que permita una jubilación anticipada voluntaria y flexible que no suponga merma económica, un proyecto que ya presentamos en junio y que llevamos años trabajando, así como la posibilidad de extender nuestra actividad, de forma voluntaria, hasta los 70 años.  Los médicos están agotados, sobrepasados por la carga que supone lidiar a diario con situaciones nunca antes vividas, con un sentimiento de maltrato que mueve a muchos a querer abandonar antes de tiempo la que era su vocación. Las decisiones políticas y de gestión están recayendo sobre personas que no pueden más y que ven cómo merma la calidad de la asistencia que pueden ofrecer a sus pacientes mientras -para más inri- está aumentado de nuevo el número de agresiones. Quienes no están al pie del cañón se pierden en declaraciones de buenas intenciones, en mucho propósito y poca acción, o en acciones absurdas y que no hacen sino colocar cada día un ladrillo más en esa pesada carga que afrontan los compañeros en sus puestos de trabajo.

En este año que termina podemos decir que no hemos visto nada nuevo bajo el sol. Se nos ha quedado pendiente abordar con seriedad el problema de la temporalidad en sanidad; el total abandono que desde Ingesa, y por tanto el ministerio, se mantiene hacia la sanidad de Ceuta y Melilla; la eterna dilación que se está haciendo para no asumir por parte de las comunidades autónomas la sanidad penitenciaria, dejando a estos profesionales de prisiones en una situación insostenible y viendo cómo tanto desde Instituciones Penitenciarias como desde las Comunidades Autónomas se hace caso omiso a su problemática; la necesidad imperiosa de que los médicos puedan optar a su retiro antes de tiempo como pueden hacer otros colectivos sin verse forzados a perder una parte importante de su asignación económica.

Por todo ello, desde CESM vamos a seguir incansables defendiendo lo que es justo; asegurar a los profesionales un correcto desarrollo de su profesión, con la protección necesaria por parte de los gestores, con las mejoras laborales básicas para que el trabajo diario se realice en las mejores condiciones, con todas las garantías para que los 11 años -mínimo- de formación que supone esta profesión no se vean ninguneados por un proceso de elección de plaza improvisado, por la necesidad de recuperar al talento perdido que ha preferido emigrar antes que asumir las pésimas condiciones que les ofrece el Sistema Nacional de Salud. Se lo debemos a los compañeros, pero se lo debemos principalmente a los pacientes. Ellos saben que tienen a los mejores profesionales, pero necesitan también de gestores competentes que sepan cómo poner a flote un Sistema Nacional de Salud que parecen empeñados en hundir.

Esperamos que 2022 sea el año de ver los logros conseguidos y de poder poner fin a esta pandemia que nos está robando bastante más que abrazos e ilusión. Desde CESM pondremos todo nuestro esfuerzo en ello.

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